sábado, 27 de abril de 2013

Salvación.


Contaminados sus ríos y sus bosques, buscó refugio en sus montañas. En vano, ellas también estaban contaminadas. Buscó refugio en sus vecinos, pero ellos ya no estaban. Buscó refugio en su casita del árbol y encontró un mar de agua dulce y algas de chocolate.

Moraleja: la casita del árbol te salva. Construíte una hoy, para mañana.

Perdido en su laberinto de razonamientos, buscó la salida por arriba de los muros. En vano, ellos tan altos eran como sus prejuicios. Buscó la salida cavando un hoyo en la tierra, pero esta era de arena. Buscó la salida a los gritos, esperando una ayuda celestial. Raro, no había creído hasta entonces en ninguna divinidad.

Moraleja: creer en el cielo te salva. Cree hoy, para mañana.

jueves, 25 de abril de 2013

Tiempo de ser.


Como quien tiene tiempo de ser amable, saludar, sonreír, pedir por favor y agradecer. Y lo hace. Saluda, sonríe, pide por favor y agradece. En cada ocasión. Y si lo olvida, vuelve y lo hace.

Como quien tiene tiempo de dar cariño, de abrazar, de acariciar y de besar. Y lo hace, abraza, acaricia, da cariño, y besa. Besa mucho, no pone el cachete para ser besado. Besa.

Como quien tiene tiempo de  alimentar, de limpiar, de prestar su ayuda y aconsejar. Y lo hace. Alimenta, limpia, ayuda y aconseja. Aún cuando no se lo piden explícitamente.

Como quien tiene tiempo de perdonar, de disculpar, de olvidar, de dejar atrás. No niega, perdona, disculpa de corazón, olvida y deja atrás, con y sin usar la razón.

Como quien tiene tiempo porque eligió tenerlo. Y lo tiene. Y eligió saludar, sonreír, agradecer, abrazar, acariciar, besar, perdonar, olvidar. Y lo hace.

Lo hace con sí mismo también,  fundamentalmente. 

viernes, 5 de abril de 2013

Distracciones.


Esta no es una mañana cualquiera. No señor. Un quejoso maullido de un gato vecino me despertó de madrugada y no pude volver a cerrar los ojos hasta que todas las ventanas estuvieran bien cerradas y la sensación de asfixia me venciera de sueño. Cuarenta minutos de remolonear después del sonido de la alarma fue el mejor récord que tuve en por lo menos dos o tres años. Una pequeña victoria cotidiana.
El pastelito de naranja y jengibre no le gustó, asique me lo comí yo acompañada de mi más fiel compañero. Ni mi gato que duerme acurrucado en las sábanas, ni mi novio que hace tres horas intenta mejorar su caligrafía con plumas y tinta, me refiero a mi mate que, aun lavadito, siempre está rico. Y a limpiar esos suplementos de cultura viejos! Arranqué una voraz lectura de críticas literarias y entrevistas a artistas como el ex sonidista de los Beatles. Aguanté las ganas de ponerlos a todo volumen y me concentré en un resumen de Vargas Llosa: “querer huir del vacío y de la angustia que provoca el sentirse libre y obligado a tomar decisiones como qué hacer de sí mismo y del mundo que nos rodea (…) es lo que atiza esa necesidad de distracción”

¿En qué nos estamos distrayendo? ¿De qué nos estamos distrayendo?
Esta no es ninguna victoria cotidiana.