jueves, 3 de octubre de 2013

Rima, por mala vibra.

Tenía la boca seca, señal de que algo andaba mal,
se subió al primer autobús que pasó por la terminal.

No cerró los ojos en las ocho horas que duró el viaje,
sabía que esta vez no iba a pagar por exceso de equipaje.

No cargaba más que un sentimiento de culpa intolerable,
pensó en volver, pero ya no quería hablarle.

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