viernes, 21 de octubre de 2011

Linda Despabilada

Linda despabilada le dijo él mientras la abrazaba fuerte bien abrigado en la parada del colectivo pasadas las siete y media de la mañana. Habían pasado varias horas juntos  sin dormir, o mal dormidos, o bien aprovechada la trasnochada. El le había cocinado pastas, ella le había comprado el helado que más le gustaba.
Puro dulce de leche. Así es él.
Dulce era la forma en que la trataba, con una delicadeza a la que ella no estaba acostumbrada pero que pronto habría de deleitarla en cada amanecer. Caricias sutiles que, vistas desde afuera, parecían frágiles pero que, sin duda eran intensas. Aunque solo ellos lo sabían con certeza.
Le repitió, la linda despabilada sos vos. Y ella se sintió la mujer más hermosa que esperaba el 130 en una solitaria vereda, con guantes de lana y ojeras sin maquillaje.

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